“El año es débil en términos de gelatinas”. La expresión no podía venir de nadie más que de Antonina dos Santos, bióloga del Instituto Portugués del Mar y de la Atmósfera (IPMA) que coordina GelAvista, un proyecto que desde hace ocho años anima a los ciudadanos de todo el país a enviar datos sobre la presencia de Especie de medusa en la costa portuguesa.
A finales de julio, GelAvista lanzó una invitación para que los ciudadanos se unieran a “avistamientos colectivos”, que acabó reuniendo a unas 350 personas en Almada, Angra do Heroísmo, Praia da Vitória y Funchal. Se registraron 42 avistamientos, pero los más comunes fueron los llamados “avistamientos nulos”: es decir, playas donde no se encontraron medusas.
Hasta el 14 de agosto, en total, se han producido 1.411 avistamientos, lejos de la mitad de los 3.405 registrados el año pasado, aunque falta aproximadamente un mes para el final del verano. “Es evidente que este verano se están produciendo pocos avistamientos gelatinosos”. comenta Antonina dos Santos.
Las especies que se ven a lo largo de la costa son diversas: es posible que te cruces con un buque de guerra portugués (Physalia physalis), medusas (Pelagia noctiluca), medusas del Tajo (Catostylus tagi)ctenóforos (Ctenófora) o velero (velella velella), y también existe la posibilidad de encontrarnos con una medusa brújula (Chrysaora hysoscella) o la medusa tambor (Rizostoma lúteo). “La probabilidad de encontrar un determinado especies Depende de la región del país y la época del año”, explica el coordinador del programa IPMA.
Según Antonina dos Santos, los avistamientos de las tres especies más comunes tienen una distribución geográfica con algunas diferencias. “En el caso de la carabela portuguesa son municipios de las Azores y Madeira, en el caso de la medusa del Tajo son municipios de la región de Lisboa y Setúbal y en el caso de la medusa tambor son municipios de la Algarve.”
Con una media de tres mil registros anuales a través del proyecto, “es la ciencia ciudadana la que nos está dando una idea de lo que está pasando en Portugal a nivel de macro y megaplancton, es decir, lo que se puede ver desnudo ojo ”, explica Antonina dos Santos.
Y cualquiera puede convertirse en un “observador GelAvista“: a través de aplicación GelAvista o correo electrónico plancton@ipma.pt, es posible compartir el lugar, fecha y hora del avistamiento, el número estimado de organismos observados (puede ser solo uno) y una fotografía que permita la identificación de la especie. – si es posible junto a un objeto que sirva como referencia de escala. (Si desea utilizar su pie como referencia de escala, se recomienda indicar su talla de zapato).
con la corriente
Recopilar información sobre especies gelatinosas es esencial para monitorear el impacto de cambio climático en estos organismos. En las condiciones adecuadas, estas especies se reproducen rápidamente y en grandes cantidades, y la calentamiento global puede impulsar este crecimiento. El aumento de especies, de hecho, ya es preocupante en algunas regiones, como Árctico y el Mediterráneo.
Pero el hecho es que el impacto del cambio climático se siente de manera diferente en cada parte del mundo. – y, en este momento, “no podemos asociar un aumento de la temperatura del agua con un aumento de medusas” en la costa portuguesa.
De los datos recopilados, el IPMA no detectó “ninguna relación entre las especies gelatinosas y la temperatura del agua”. Al contrario: “Las medusas en Azores y Madeira son muy comunes en verano, mientras que en el continente aparecen en primavera”, explica Antonina dos Santos.
Esta disparidad de estándares se explica por la “gran capacidad de supervivencia” de las especies gelatinosas, que resisten un rango de temperatura y acaban apareciendo incluso en aguas más frías que inicialmente no podrían ser adecuadas para ellas.
Estas especies “no tienen una gran capacidad para resistir las corrientes”, por lo que su presencia en la costa – todo el año – depende más de cuestiones como el aumento de la intensidad y duración de los vientos o la intensidad y dirección de las corrientes marinas.
La ciencia ciudadana salva el día
Cada año, el equipo de IPMA envía carteles de GelAvista a todos los consejos costeros del país para ser colocados en paneles en las playas. Algunas autoridades locales van más allá e incluyen información de GelAvista en sus propios materiales, como fue el caso, este año, del Ayuntamiento de Leiria.
Durante los últimos ocho años, desde que se lanzó el proyecto GelAvista, IPMA ha recibido contribuciones de todo el país e información enviada por turistas, incluidos extranjeros, que aceptan convertirse en “observadores de GelAvista”.
Además de las aportaciones puntuales de personas que encuentran información sobre el proyecto en las playas, también existe una red de colaboradores fieles, unas 50 personas que han permanecido activas a lo largo de los ocho años del proyecto.
“Tenemos gente de todas partes”, explica Antonina dos Santos. Y estos contribuyen a “patrones diferentes”: hay gente que va a la playa todos los días, otra que sólo va en verano – “y todos los veranos, sin excepción, la persona envía información” –y los que se acuerdan de mandar información “cada vez que van a la playa”.
A pesar del apoyo de los ciudadanos, la falta de financiación limita el potencial del proyecto. En definitiva, sería posible tener información en tiempo real sobre los productos gelatinosos en todo el país. “Si tuviéramos más recursos, podríamos hacer previsiones de ocurrencia”, señala Antonina dos Santos, que bromea: “Sólo mantengo este proyecto porque soy muy tímida”.
“Ya no dicen que un velero es una carabela bebé”
Llevar a cabo un proyecto de ciencia ciudadana no está exento de desafíos – es necesario priorizar la calidad de los datos y garantizar que sean utilizables, pero también “garantizar que la gente no pierda el interés”.
Lección número uno: “La gente tiene su vida”, reconoce Antonina dos Santos, explicando que es necesario comunicarse con el público “en todo momento”. EL aplicación GelAvista también acaba siendo “de los otros”, pero también es cierto que se suma a un grupo de otras plataformas en línea que se han convertido en parte de la vida cotidiana de los “biólogos aficionados” como iNaturalista, BioDiversidad4Todos o iCaballito de mar. El proyecto, de hecho, tiene su propio página de aplicación iNaturalistapero con un inconveniente: los registros de este aplicación no siempre disponen de datos suficientes para garantizar los niveles necesarios de confianza para GelAvista.
Mientras tanto, Antonina dos Santos se muestra satisfecha con el progreso en el nivel actual de alfabetización de la gente. “Cuando comencé el proyecto confundieron la medusa del Tajo con la medusa tambor o la carabela portuguesa con el pez vela”, dice divertido. Hoy en día, afirma, “ya no dicen que un velero es una carabela bebé”.








