Imagine los viajes como una gran mudanza. Al igual que los marineros portugueses, que dejaron atrás la seguridad de su tierra natal para explorar lo desconocido, volver a casa implica abandonar un entorno familiar y dirigirse hacia uno nuevo.
Al llegar a Portugal, sentí la ansiedad de un marinero y la emoción de un barco nuevo mientras empacamos todo lo que habíamos acumulado a lo largo de los años en Brasil: cada objeto, como cada marinero, lleva una historia y un propósito. Navegar por mares inexplorados es como explorar un nuevo barrio, una nueva ciudad, un nuevo país, donde cada calle y rincón guarda secretos y posibilidades, y donde cada desafío trae la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos.
Al desembarcar en nuevas tierras, los navegantes encontraron nuevas personas, culturas y sabores. Esto es similar al momento en que, al mudarnos de casa, empezamos a cocinar. Al principio puede haber extrañeza, incertidumbre y duda. Las ollas ya no están donde antes, la estufa tiene otra llama y hasta el agua parece tener un sabor peculiar. Es un proceso de reaprendizaje, donde cada comida preparada es un nuevo descubrimiento, una adaptación a los ingredientes y herramientas disponibles.
En la cocina, como en la navegación, se mezcla técnica y experimentación. Los navegantes, a lo largo de sus viajes, necesitaban adaptarse a las condiciones del mar, a los vientos impredecibles y a los recursos limitados. De la misma manera, mientras tantos chefs y cocineras se embarcan en el mar de incertidumbre hacia una nueva nación, en la cocina, a menudo nos vemos desafiados a improvisar con los ingredientes que tenemos a mano, transformando lo conocido en algo nuevo y sabroso. La búsqueda del condimento perfecto o de la combinación exacta de sabores es reflejo de la búsqueda de la ruta ideal, de un tesoro escondido en tierras lejanas.
A medida que se establecían nuevas rutas en nuevas colonias, traían a casa especias exóticas e ingredientes previamente desconocidos. Estas nuevas incorporaciones han revolucionado la cocina europea, de la misma manera que un cambio de casa puede traer nuevos sabores y experiencias a nuestra vida cotidiana.
La cocina de un nuevo hogar, con sus particularidades, puede transformar la forma en que cocinamos y disfrutamos la comida, así como el intercambio cultural transformó la gastronomía global, así como las almejas Bulhão Pato transmutaron mi percepción de la cocina portuguesa.
Cabral, en su barco, cambió el curso de la historia. Mudarse de casa y el arte de cocinar en un lugar nuevo tiene el poder de transformar vidas de manera profunda. Cada plato preparado, sabor descubierto, técnica exótica y apasionante nos recuerda que la vida es un viaje constante de aprendizaje y hermandad.
Si algo nos ha enseñado la navegación es que lo desconocido puede ser un desafío, pero también es donde encontramos las mayores recompensas. Así, mudarse de casa y cocinar son, en esencia, actos de navegación: cruzamos mares de incertidumbre para descubrir nuevos mundos, tanto fuera como dentro de nosotros mismos.
Los artículos escritos por el equipo de PÚBLICO Brasil están escritos en la variante del idioma portugués utilizado en Brasil.








