Roma está considerando la posibilidad de limitar el acceso a la Fontana de Trevi, uno de sus monumentos más concurridos, justo antes de un año esperado y prometedor para el turismo en la Ciudad Eterna, dijeron funcionarios del ayuntamiento.
La capital italiana se está preparando para albergar el Jubileo de 2025, un evento católico romano de un año de duración que se espera atraiga a 32 millones de turistas y peregrinos.
Según los planes preliminares, la visita a la fuente requeriría reserva previa, con horarios fijos y un número limitado de personas para acceder a las escaleras que la rodean.
“Para los romanos estamos pensando en hacerlo gratuito, mientras que a los no residentes se les pediría una contribución simbólica, de uno o dos euros”, dijo este jueves al periódico Il Messaggero el concejal de Turismo de Roma, Alessandro Onorato.
El miércoles, el alcalde Roberto Gualtieri se refirió a las medidas para reducir el número de turistas como “una posibilidad muy concreta”.
“La situación en la Fontana de Trevi se está volviendo técnicamente muy difícil de gestionar”, dijo a los periodistas.
Otras ciudades enfrentan protestas por los problemas causados por el llamado sobreturismo, incluidas Barcelona y Venecia, donde las autoridades locales probaron un plan para cobrar tarifas de entrada a los visitantes este año.
La Fontana de Trevi, donde la tradición dicta que los visitantes lancen una moneda para asegurar su regreso a Roma y cumplir sus deseos, ha sido durante mucho tiempo una atracción importante en la ciudad, incluso para los líderes mundiales visitantes.
Terminado en 1762, el monumento es una obra maestra del barroco tardío, con estatuas de tritones guiando el carro de conchas del dios Océano, ilustrando el tema de la domesticación de las aguas.
También es recordada por una de las escenas más famosas del cine, cuando, en la película “La Dolce Vita” de Federico Fellini, Anita Ekberg entra en la fuente y llama a su colega Marcello Mastroianni para que la acompañe.
