La famosa navaja de Ockham nos dice que debemos buscar las explicaciones más simples para cualquier fenómeno y es bajo esta premisa que Bruno Lage intenta trabajar en el Benfica. Parece que con Kokçu se utilizó una navaja de Ockham, intentando que el turco encendiera la luz para un equipo que vivía en las sombras. Y la Luz habrá que volver a encenderla este miércoles, en la recepción al Atlético de Madrid, por la Liga de Campeones (20.00 horas, SPTV 5).
Lo que Lage intenta provocar en el Benfica no es una alteración total de lo que se estaba haciendo. Hasta que lo vimos, lo único que teníamos que hacer era intentar simplificar algunos preceptos y devolver al equipo a las ideas básicas.
El Benfica que viene jugando en los últimos partidos no es un Benfica demoledor. El equipo ha oscilado entre momentos de buena dinámica y largos minutos de letargo y está por comprobar que el equipo está tan sano como sugieren los resultados. Pero una cosa está clara: Kokçu, Aursnes y Di María pueden estar más felices con Lage que con Schmidt.
Comodidad en Kokçu
Cuando llegó a Portugal procedente del Feyenoord, Kokçu era un jugador que prosperaba jugando en un 4x3x3: un mediocampista más posicional y dos jugadores interiores que podían, al mismo tiempo, construir más abajo o aparecer en la zona de definición.
Y tiene sentido: Kokçu es un jugador con talento técnico para ayudar en la zona de creación, pero también con capacidad para ser decisivo en la zona de definición, con asistencias y tiros. En un 4x4x2 sería, como era, un segundo centrocampista alejado del área o un segundo delantero demasiado cerca de ella y engullido en zonas entre líneas.
Los más avispados dirán que Lage no diseñó precisamente un 4x3x3 declarado y que Kokçu sigue siendo más un segundo centrocampista que un centrocampista interior. Y tienen razón.
Pero cuando a Kokçu se le suma un jugador como Aursnes, con pulmones e inteligencia para ser tercer centrocampista y segundo delantero, las cosas son mucho más agradables para un turco que puede parecerse más a lo que era en Holanda.
Con esta opción, Lage también le dio al equipo protección a Di María. El extremo argentino no es el extremo voluntarioso del diamante de Jorge Jesús ni el centrocampista defensivo como lo era con José Mourinho; es, estos días, un disruptor de 36 años, con una sola dirección: adelante.
Akturkoğlu bem keşeba
Alguien como Aursnes en el mediocampo derecho permite equilibrar más al equipo cuando el argentino no recupera, teniendo en el lado contrario a un jugador como Akturkoglu con mucho mayor voluntarismo defensivo.
El jugador turco recién fichado también es capaz de atacar zonas de remate desde la izquierda hasta el centro, lo que también ofrece al equipo –y a Kokçu– soluciones diferentes y más adecuadas que jugadores como Aursnes o João Mário.
En el fondo, Lage se preocupaba por hacerle la vida más fácil a Kokçu, dándole la comodidad de no ser un segundo centrocampista de equilibrio o un segundo delantero perdido entre líneas, sin ver el juego desde el frente. Le preocupaba hacerle la vida más fácil a Aursnes, dándole la comodidad de no tener que ser un disruptor desde la banda.
Le preocupaba tener en el once a Akturkoglu, alguien más o menos capaz de reaccionar ante la pérdida y ocupación defensiva de espacios, además de estar presente en zona de remate desde la izquierda hacia el centro, cediendo la corredora a Carreras. Y también le preocupaba proteger una mayor exposición al perfil de Di María, con Aursnes capaz de ayudar.
En teoría, todo esto tiene sentido y parece bastante orgánico, con complementariedad entre los actores y armonía en la ocupación de los espacios. En la práctica, está funcionando de forma globalmente positiva, siendo el Benfica capaz de generar algo más que el cambio de entrenador.
Pero en la Champions, ante un equipo tan especial como el Atlético, que tiene una enorme calidad individual, sabe especular con el juego y hace de la robustez defensiva un principio fundamental (es la defensa menos filtrada de la Liga española), esta teoría ser puestos a prueba, sobre todo porque no existen verdades absolutas. Y la de Lage no es, en sí misma, más cierta que la de Schmidt.