Argentino criado en Brasil y afincado en Israel y autor de libros de historia, participó de un festival literario en Brasil, advirtió sobre el peligro de descrédito de las instituciones democráticas y habló de la importancia del cine para ayudar a contar la historia del Segundo Mundo. Guerra
el historiador Abraham Milgram Trabajó durante tres décadas en el Museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén, lo que lo convirtió en un experto en resaltar la persecución y asesinato de seis millones de judíos por parte del Estado nazi alemán y sus cómplices durante el Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Pero, a pesar de la vasta documentación reunida hasta ahora, con cartas, diarios, expedientes personales y administrativos, Milgram cree que el cine es el principal responsable de preservar la memoria del Holocausto y combatir el negacionismo.
“El cine hizo más por dar a conocer lo que les pasó a los judíos durante la guerra que todos los libros jamás escritos por especialistas y expertos”, afirma. “De La lista de Schindleruna película de Steven Spielberg que conmovió al mundo en los años 1990, hasta la reciente Zona de Interés (por Jonathan Glazer), que muestra la indiferencia del oficial nazi Rudolf Hoess Ante el horror que tuvo lugar en el campo de concentración de Auschwitz junto a su casa, el cine fue el principal medio de difusión de los horrores de la Holocausto. También necesito resaltar La vida es belladel italiano Roberto Benigni, La elección de Sofía (de Alan J. Pakula) y un documental imprescindible, ShoáClaude Lanzmann. Con un lenguaje capaz de llegar al gran público, las películas, incluso aquellas que no me gustan mucho, también ayudan a resaltar la importancia de los archivos que las inspiraron, porque el material auténtico se encuentra allí”.
Milgram también destaca la papel de la literaturaespecialmente por traer lecciones de resiliencia y esperanza. “Los testimonios de supervivientes o incluso de personas que presenciaron aquel horror son un documento precioso para demostrar que realmente existió y no fue una invención de los judíos, como se ha dicho mucho”, comenta, que estuvo en São Paulo como invitado de el Festival Literario del Museo Judíodonde participó en un conversatorio con el escritor cubano Leonardo Padura. Compartiendo la experiencia de vivir en sociedades nacidas del sueño socialista, debatieron la lucha por la libertad y la igualdad en medio de las ortodoxias de sus naciones.
A pesar de haber nacido en Buenos Aires en 1951, Milgram llegó siendo un bebé a Curitiba, donde vivió hasta mudarse a São Paulo. Vivió y estudió en la capital de São Paulo hasta 1973, trasladándose luego a Israel. Hoy vive en una pequeña ciudad cercana a Jerusalén, donde continúa su actividad para mantener viva la memoria de los movimientos sionistas.
Uno de sus libros que recibió mayor atención en Brasil es Los judíos del Vaticanopublicado en 1994 por Imago Editora y que muestra la acción frustrada de dos líderes católicos alemanes que, en 1939, intentaron, a través del recién elegido Papa Pío XII, que el entonces presidente de Brasil, Getúlio Vargas, concediera tres mil visas destinadas para los católicos no arrianos en Alemania. El gobierno del dictador, sin embargo, puso una serie de obstáculos y liberó poco menos de mil visas.
“No fue nada nuevo porque, desde junio de 1937, había una circular secreta emitida por Itamaraty que dificultaba la inmigración semítica, lo que era un eufemismo para referirse a ser judío”, dice el historiador. “Las excepciones fueron los judíos ricos, o aquellos que tenían renombre internacional o incluso aquellos que tenían familiares de primer grado que ya vivían en Brasil. Fue un proceso negativo que se hizo eco de lo que ya estaba sucediendo en Europa en ese momento”.
Avraham Milgram destaca que, a pesar de la antipatía getulista hacia los judíos, los japoneses eran vistos como la principal amenaza entre los inmigrantes, aunque el país ya había recibido varios representantes en años anteriores. “Era el llamado ‘peligro amarillo’, pero si los japoneses rechazados tenían un país al que regresar, los judíos aún no tenían una nación como la que tienen hoy”.
En conversación con el Estadãoel historiador reveló su preocupación por la histórica victoria del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en las elecciones regionales celebradas a principios de septiembre en el estado federado de Turingia, un estado federado del este de Alemania. Después de todo, fue la primera victoria de la ultraderecha alemana desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el partido sufrió un revés en las últimas semanas, en las elecciones estatales de Brandeburgo, en el este de Alemania, donde las proyecciones apuntan a una victoria del Partido Socialdemócrata del canciller Olaf Scholz.
“Es el resultado de la crisis del liberalismo vivida por Occidente, es decir, un descrédito hacia las instituciones democráticas”, comenta Milgram. “Una de las principales razones es la gran inmigración de extranjeros, especialmente musulmanes, que ha ensombrecido a los alemanes, temerosos de que sus valores sociales y culturales se diluyan frente a personas que no hablan la lengua local. Vivimos en una época de fricciones entre grupos autoritarios, antiliberales, antidemocráticos y populistas que quieren revertir el orden, para ello explotan la xenofobia, la retórica anti-LGBT y la misoginia”.
Aunque es consciente de que la historia no se repite, Milgram observa que el actual ascenso de la extrema derecha en todo el mundo recuerda lo que ocurrió en Europa en los años 1920 y 1930, cuando el totalitarismo y la discriminación, especialmente en Alemania, provocaron la Segunda Guerra Mundial. Guerra Mundial, que condujo al Holocausto. Y lo peor, según él, es lo que está pasando en su país.
“Este no es el Israel que conocí y donde quiero vivir. Vivimos atacados por dos tipos de cáncer: la falta de una Constitución y los problemas no resueltos de las ocupaciones palestinas”, comenta el historiador, duro crítico del primer ministro Benjamín. Netanyahu. “Su gobierno tiene una doble condición: es democrático y también autoritario. Y, gracias a las razones políticas de su ala ortodoxa, el gobierno renuncia a los ciudadanos israelíes que continúan siendo secuestrados en Gaza. Estoy condenado a vivir en la frustración “.