Las reacciones iniciales fueron de sorpresa y conmoción: ¿cómo podía Ucrania estar llevando a cabo una invasión de Rusia, entrando en el territorio, conquistando territorio y tomando prisioneros? La valoración parecía ser que se trataba de una operación audaz y llamativa, que serviría para levantar la moral del país, cuando la situación en su propio territorio no era muy prometedora para Kiev.
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