La obesidad daña la vía bioquímica y deja al cerebro sin captar su principal combustible
Resumen
La obesidad afecta el transporte de glucosa al cerebro, provocando déficits neurocognitivos y posibles complicaciones de salud.
La obesidad se asocia con varias complicaciones de salud, además de cambios en la conducta alimentaria y la función cerebral. Ahora, un estudio en la revista Obesity, publicado a finales de mayo, ha demostrado que la enfermedad también crea un entorno que provoca un déficit en el transporte de glucosa al cerebro, lo que puede ser potencialmente perjudicial para la salud neurocognitiva.
“El cerebro funciona casi exclusivamente con glucosa. Cuando hay un consumo excesivo de carbohidratos, para minimizar los efectos glucotóxicos sobre las neuronas, la concentración de glucosa en el intersticio cerebral se ajusta a alrededor del 20% de la glucosa en sangre. El suministro de glucosa del cerebro en condiciones de reposo se ajusta a un nivel suficiente. El estudio mostró una cuestión preocupante: el transporte de glucosa es menor en individuos con obesidad, lo que afecta directamente la absorción cerebral de su mayor combustible”, explica la nutricionista Marcella Garcez, directora y profesora de la Asociación Brasileña de Nutrología.
“Es importante resaltar que la demanda local de energía aumenta en gran medida durante la activación neuronal, por ejemplo durante la estimulación sensorial, el ejercicio y la actividad mental, porque se consume mucha energía durante la excitación de las neuronas y la neurotransmisión sináptica. Por tanto, la obesidad puede afectar a los recursos necesarios para que el cerebro funcione correctamente”, añade el doctor.
En otras palabras, puede producirse fatiga mental, agotamiento, falta de atención y concentración, así como pérdida de memoria.
La “conversación” de las neuronas
La relación entre la comida y el cerebro es cada vez más estudiada. Varios nutrientes pueden ser buenos o malos para las funciones cerebrales y afectar la cognición, la memoria y la salud mental.
“Nuestras neuronas, por ejemplo, ‘se comunican’ entre sí a través de neurotransmisores. Varios alimentos tienen la capacidad de modular, aumentando o disminuyendo ciertos neurotransmisores, como la serotonina, provocando diferentes síntomas en el paciente”, añade el médico.
“Sin embargo, no es sólo la cuestión alimentaria la que debe evaluarse. Enfermedades como la obesidad también pueden afectar la función cerebral, independientemente del suministro de nutrientes”, afirma.
En el estudio, un total de 11 participantes delgados y siete participantes jóvenes con obesidad (y sin comorbilidades relacionadas) se sometieron a espectroscopia de resonancia magnética acoplada a un medidor de hiperglucemia para medir la glucosa cerebral, la absorción y el metabolismo de la glucosa, así como marcadores de resistencia periférica a la insulina.
“Los individuos con obesidad demostraron una proporción un 20% menor de captación de glucosa en el cerebro en relación con la tasa metabólica de la glucosa en el cerebro que los participantes delgados”, comenta el médico.
“Estos hallazgos en humanos sugieren que la obesidad se asocia con una capacidad reducida de transporte de glucosa en el cerebro, incluso a una edad temprana y en ausencia de otras comorbilidades cardiometabólicas, lo que puede tener implicaciones para la función cerebral y la salud a largo plazo. A esto se suma también otra preocupación que todos deberíamos tener respecto a la obesidad, que es un problema de salud pública y los médicos deben estar preparados para tratar la condición con un equipo multidisciplinario”, concluye la nutricionista.
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