Seguí meditando sobre esta imagen de cámaras de vigilancia que funcionan “normalmente” excepto “al grabar imágenes”. Me pareció el retrato perfecto de las disfuncionalidades del país.
La madrugada del 28 de agosto, la secretaría general del Ministerio del Interior fue robado. Un delincuente aprovechó los andamios de una obra en construcción en el edificio de al lado para entrar por una ventana del sexto piso y llevarse ocho computadoras portátiles. Cualquiera piensa inmediatamente en espionaje internacional de alto nivel y en agentes con acento eslavo, vestidos de negro y gafas de visión nocturna, atravesando ágilmente rayos láser para no activar las alarmas del ministerio y escapar de las cámaras de vigilancia.
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