“Seguimos aquí porque no tenemos derecho a dimitir”. Con estas palabras Carles Puigdemont habló de nuevo ante la afición de Barcelona, quecasi siete años después de que abandonó Cataluña rumbo a Bruselas para evitar ser acusado y condenado por organizar un referéndum ilegal y declarar la independencia (inmediatamente suspendido).
“El derecho a la autodeterminación pertenece al pueblo, es un derecho colectivo. No nos confundamos, celebrar un referéndum no es ni será nunca un delito. Hace siete años votaron 2,3 millones de personas”, afirmó, en delante de unas 2.500 personas (estimación del periódico El País) y gritos de “¡presidente, presidente!”. También le esperaban el presidente del Parlament, Josep Rull, y los diputados de Juntos en la asamblea y el Congreso catalanes, además de otros dirigentes de su partido.
“No sé cuándo nos volveremos a ver. Pase lo que pase, cuando nos volvamos a encontrar terminemos con el grito con el que termino mi intervención: ‘Visca Catalunya lliure!'”, ha declarado, antes de disponerse a Intenta entrar en el parlamento catalán, rodeado de simpatizantes y miembros de Juntos. En el interior, el primeropresidente de la Generalitat tiene intención de participar, como diputado, en el debate de investidura del candidato socialista Salvador Illa.
Entre el paseo Lluís Companys, donde estaba previsto el “acto institucional de bienvenida al 130 presidente de la Generalitat de Cataluña”, y el parque de la Ciutadella, donde se encuentra el Palacio del Parlament, hay barreras dispuestas por la policía catalana, que tiene órdenes de detener Puigdemont – impidiéndole llegar al parlamento. Nadie quiere ver a los Mossos d’Esquadra entrar en el hemiciclo.
Al finalizar su breve intervención, los periodistas en el Passeio Lluís Companys notaron la presencia de alrededor de 50 seguidores del partido radical de derecha Vox. “Soy español, español” y “Vamos a pillarlos”, gritan concentrados cerca de la puerta de acceso al parque y al parlamento.
Algunos de los líderes que acompañaron a Puigdemont desde que abandonó el escenario, como Rull, ya se encuentran en el interior del parlamento, y no está claro dónde se encuentra el propio líder independentista, que dejó de ser visto poco después de que el grupo iniciara el recorrido entre la multitud. “Alguno Metros después, Puigdemont desaparecido de procesión”, describe el diario elDiario.es.
La sesión de investidura de Salvador Illa, presidente del Partido Socialista de Cataluña (PSC) y ganador de las elecciones de mayo, está prevista para las 10.00 horas (9.00 horas, en Portugal continental).
Habría sido la noticia del día, de no haber sido por el anunciado regreso de Puigdemont, así que quedó a pie de página: el PSC y Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) firmaron este miércoles el acuerdo El pacto, que prevé un régimen fiscal especial (incluida la recaudación propia) para la región, fue aprobado por el 53,5% de los militantes de ERC el pasado viernes.
Ante lo que considera una “traición” por parte de antiguos aliados en el proyecto independentista, Puigdemont responsabilizó a ERC de su esperada detención. De hecho, quería el apoyo de los republicanos para intentar investirse él mismo, sabiendo que nunca contaría con el apoyo de suficientes diputados.
Cuando anunció que regresaría, durante la campaña electoral, dijo que vendría para su propia investidura. Esa no fue la única expectativa frustrada: en ese momento supe que la Ley de Amnistía para los llamados delitos proceso estaba a punto de ser aprobado. Sin embargo, el Tribunal Supremo consideró que uno de los delitos que le imputan, la malversación de fondos (de dinero público para organizar la consulta), no está amparado por la ley negociada entre Pedro Sánchez y los partidos soberanistas.
En este escenario, sigue vigente la orden de detención y captura firmada en 2017 por Pablo Llarena, juez del Tribunal Supremo que investiga el caso. Y como hubiera ocurrido hace siete años, corresponderá a Llarena decidir si autoriza a Puigdemont a declarar en un juzgado catalán o ordena su traslado a Madrid para declarar ante el Tribunal Supremo. Después aún tendrá que decidir si ordena prisión preventiva u otras medidas para reducir el riesgo de fuga.