Mientras España lidia con las consecuencias de las inundaciones repentinas que azotaron el martes, el juego de culpas ya ha comenzado, con los servicios de ayuda en casos de desastre acusados de reaccionar con lentitud.
Gran parte del país se ha visto gravemente afectado por fuertes lluvias y tormentas de granizo, que provocaron rápidas inundaciones en muchas zonas que ya se han cobrado al menos 72 vidas.
Pero la agencia de protección civil, que interviene durante las catástrofes naturales, no emitió una alerta hasta las 20:15 hora local del martes, cuando las inundaciones ya habían causado grandes daños.
“La magnitud de la tragedia hace dudar de si la población fue avisada demasiado tarde: Protección Civil envió alertas cuando ya había pueblos inundados”, se lee en un titular en la web del diario El Mundo.
Como señala el periódico, “cientos de personas quedaron atrapadas durante la noche del martes al miércoles en polígonos industriales y en carreteras porque las carreteras ya estaban cortadas y el acceso cortado”.
Las recriminaciones han volado en las redes sociales mientras la gente pregunta por qué los gobiernos y políticos locales no estaban mejor preparados.
“La gestión de lo ocurrido en Valencia ha sido negligente e irresponsable”, escribió Isabel Díaz, abogada. “Ha muerto gente por la incompetencia de los responsables”.
Otro usuario de las redes sociales, llamado Santo March, dijo que la agencia meteorológica nacional “no puede predecir esto, pero sí puede predecir el tiempo dentro de 20 o 30 años”.
Al mismo tiempo, la reducción de costos está surgiendo como otro posible culpable.
El presidente regional valenciano, el conservador Carlos Mazón, se ha visto obligado a defender su decisión de eliminar la Unidad de Emergencias Valenciana (UVE) por considerarla ineficiente.
La UVE fue creada por el anterior gobierno de izquierdas para responder a emergencias relacionadas con el clima, como inundaciones o incendios forestales. Al asumir el cargo el año pasado, Mazón se deshizo inmediatamente de ella, y su Partido Popular (PP) describió la agencia como “un equipo turbio”.
En un comunicado, el sindicato Intersindical atacó la decisión, afirmando que “al priorizar intereses de corto plazo, contribuyen al deterioro ambiental y agravan los efectos de los fenómenos climáticos extremos”.
El político nacionalista catalán Gabriel Rufián también criticó la eliminación de la UVE, diciendo que Mazón estaba “orgulloso” de desmantelar la agencia.
La Generalitat Valenciana ha respondido diciendo que la UVE “era una organización ficticia más, con cero bomberos, cero materiales y cero eficiencia”.
Otros, sin embargo, han destacado la comparecencia del dirigente valenciano ante los medios de comunicación el martes, cuando afirmó que se esperaba que las fuertes precipitaciones “redujeran su intensidad” a partir de las 18:00 horas locales.
En lugar de eso, comenzó a causar estragos en gran parte de la región.
Los políticos de algunas de las ciudades afectadas han sido especialmente expresivos. Andreu Salom, alcalde de L’Alcúldia, afirmó sentir “un abandono y una impotencia absoluta”.
“Como alcalde, nadie me informó del peligro de que el río Magre se desbordara”, afirmó. “Ha llenado la ciudad de agua, barro y escombros”.
Mazón ha insistido en que los servicios de emergencia estuvieron en alerta desde el lunes y que el carácter extraordinario del fenómeno meteorológico hacía difícil saber exactamente qué aconsejar a los valencianos.
“Los expertos han hablado de una situación absolutamente sin precedentes”, afirmó, citando la “naturaleza abrupta de la meteorología”.
Mientras tanto, los activistas han pedido medidas más rápidas y estridentes para detener el cambio climático que, según dicen, causó las inundaciones.
Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España, afirmó que “la emergencia climática no es un concepto abstracto, sino una realidad que afecta a nuestras vidas y que, en este caso, se cobra vidas”.
Jorge Olcina, climatólogo de la Universidad de Alicante y coautor de un reciente informe sobre el cambio climático en España, dijo a la radio Cadena Ser que las recientes inundaciones eran “una evidencia mediterránea del cambio climático” que, explicó, “está cambiando el cómo llueve”.
También dijo que las advertencias emitidas por la agencia meteorológica nacional deberían haber sido suficientes para mantener a la gente en casa y alejada del peligro, pero que “la gente quiere llevar una vida normal incluso cuando hay una alerta roja”.