Vuelvo a un tema que me toca muy de cerca: el Estado compró, la semana pasada, el 45,71% del capital de Lusa, dejándolo con una participación del 95,86% en la agencia de noticias. A primera vista, y especialmente para aquellos que tienen inclinaciones liberales y no se despiertan todos los días soñando con un sector de medios fuertemente nacionalizado, la idea no es emocionante. Despierta incluso recuerdos desafortunados y viejos fantasmas. Pero vale la pena tomar un respiro, desafiar los primeros impulsos y los marcos mentales demasiado rígidos y analizar la operación con una mirada más pragmática. La capacidad de mirar la realidad más allá de los corsés ideológicos que nos moldean a cada uno de nosotros nunca ha hecho daño a nadie. Porque, como se verá en este caso, la decisión puede ser mucho menos absurda de lo que podría pensarse.
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