“Gracias por devolvernos la alegría”, declaró Tim Walz, anteayer, en un mitin en Filadelfia, después de que Kamala Harris lo presentara como candidato a vicepresidente. En un momento en que la política parece avanzar hacia el resentimiento, el odio y la polarización, la frase tiene significado. De hecho, en Estados Unidos, la transformación de la dinámica electoral presidencial no es disociable del cambio de tono, marcado por el contraste entre, por un lado, la sonrisa de Kamala Harris y, por el otro, la constante amargura de Trump. Pero en la alegría quizás encontremos respuestas políticas a los tiempos que vivimos que van más allá de la amplia sonrisa de Kamala Harris.
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