La presión arterial alta, también llamada hipertensión arterial, y la ansiedad son afecciones de salud distintas, pero a menudo están interconectadas y pueden afectar significativamente el bienestar. Por ello, es fundamental que estos temas se aborden de manera integrada, para mejorar la salud física y emocional.
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica caracterizada por un aumento de la presión arterial en las arterias, lo que puede derivar en graves problemas cardiovasculares, como infartos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia cardíaca, según explicó el coordinador del curso de Biomedicina de la Facultad Anhanguera, Reginaldo Tavares Franquez. .
Por otro lado, la ansiedad es una respuesta emocional a diversas condiciones del comportamiento humano, incluyendo angustia, angustia, incertidumbre, sentimientos de peligro e inseguridad. Sin embargo, estas condiciones pueden estar profundamente relacionadas. La ansiedad crónica puede desencadenar respuestas fisiológicas que elevan temporalmente la presión arterial, mientras que la hipertensión puede intensificar los síntomas de ansiedad, creando un círculo vicioso.
Síntomas de presión arterial alta y ansiedad.
Identificar se a hipertensión es emocional o causado por otros factores requiere atención. En ocasiones, esta enfermedad no presenta síntomas, pero, según Reginaldo Tavares Franquez, algunos pacientes pueden experimentar dolores de cabeza, mareos, visión borrosa y palpitaciones cardíacas.
La ansiedad, a su vez, puede provocar agitación, sudoración, temblores, irritabilidad y dificultad para dormir. Sin embargo, en algunas personas, cuando es intenso, puede elevar temporalmente la presión arterial, lo que dificulta identificar la causa raíz.
Diagnóstico presión arterial alta y ansiedad
Para identificar la hipertensión arterial y la ansiedad es fundamental consultar a un profesional de la salud. “Para un diagnóstico adecuado de la hipertensión arterial y la ansiedad, el seguimiento especializado es fundamental. Los médicos y farmacéuticos son profesionales preparados para ayudar en este recorrido de atención, monitoreando la presión arterial a lo largo del día, incluso en momentos de estrés o ansiedad, para identificar posibles situaciones emocionales. conexiones”, advierte el profesor.
Pruebas adicionales, como monitorización ambulatoria de la presión arterial (MAPA) y pruebas de presión arterial. estrés, Puede evaluar la influencia de las emociones sobre la presión arterial. Además, la evaluación psicológica puede proporcionar información sobre la relación entre la ansiedad y la hipertensión arterial, según explica Reginaldo Tavares Franquez.
Tratamiento para la presión arterial alta
La presión arterial alta a menudo es el resultado de una combinación de factores genéticos, conductuales y ambientales. El tratamiento debe ser guiado por profesionales de la salud, considerando tanto los aspectos clínicos como los emocionales. Reginaldo Tavares Franquez destaca que los cambios en el estilo de vida, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y reducción del estrés son fundamentales. En algunos casos, puede ser necesaria medicación.
“El tratamiento eficaz de la presión arterial alta relacionada con la ansiedad implica un enfoque integrado. Además de los cambios en el estilo de vida, la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ayudar a controlar la ansiedad. ansiedad, promover patrones más saludables de pensamiento y comportamiento. La medicación puede ser indicada según consejo médico”, afirma el profesor.
Control del estrés y la ansiedad
El estrés y la ansiedad pueden afectar los niveles de presión arterial de varias maneras, como la activación del sistema nervioso simpático, la contracción de los vasos sanguíneos, la liberación de hormonas del estrés, la retención de sodio y agua, los patrones de alimentación poco saludables y la falta de sueño adecuado. Por ello, controlarlos mediante técnicas de relajación y terapéuticas es importante para prevenir o controlar la hipertensión.
Reginaldo Tavares Franquez advierte que la hipertensión arterial no tratada puede provocar complicaciones graves, como enfermedades cardiovasculares y daño a órganos. “Buscar un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado es vital para mejorar la calidad de vida”, concluye.
Por Camila Souza Crepaldi